Hay un sitio en Barcelona que es un lugar para el placer, es uno de los platos fuertes y al mismo tiempo disimulados que podemos encontrar en esa maravillosa ciudad, luego de obligada visita. 

Que un restorán o bar en Barcelona llame la atención es porque su competencia es de un nivel alto, no vamos a descubrir ahora lo que significa la ciudad de Serrat para la gastronomía; una metrópoli que ha albergado tanto chef notable (léase Ferrán Adriá, elegido muchas veces el mejor del mundo y cuya comida es tan deliciosa como su ingenio; saliéndome dos segundos una vez le preguntaron: "cuál sería el mejor postre para el fin de una comida"? Adriá: "que el otro pagué la cuenta"), ergo tantos espacios en donde regodearse de sabores. Sabido es que la mejor manera de conocer un lugar es por la comida, o una de las mejores.

La Champañería, como es conocida popularmente, o Can Paixano, como realmente se llama, no sabe de formalidades, la gente llega a ella por el buzz o por el boca a boca que la lleva murmurando décadas. El Can no tiene ni el nombre puesto afuera. Sus gentilezas no son trasladadas por garzón alguno, no son situadas en ninguna mesa ni ninguna silla; es la gente la que busca la comida, consume de pie los sandwiches... perdón, bocadillos fenomenales, los embutidos clásicos como un gol en el Camp Nou; bebe incorporada las copas de Cava (ya supimos del celo francés con respecto al nombre de la bebida), la gente llena la estancia con la simplicidad como bandera y la delicia en sus preparaciones... y barato, sí, barato; esta es picada propiamente tal, una suerte de La Piojera versión madre patria. Los bocadillos llevan la sangre española: quesos, jamón ibérico, chorizo, morcilla (en Chile prieta), olivas (aceitunas), etcs. Elementos que también pueden ser disfrutados a modo de picoteo o tabla.

Ubicada en el barrio de la Barceloneta, refugio del vividor, del estudiante, del soñador; está alejada de Las Ramblas que es tan asidua en desplumar billeteras, por lo tanto foránea al turista duro, del ávido de Gaudí, sin embargo alguno que otro tiene la suerte de conocerla y disfrutar a concho sin que sus bolsillos chillen; el Can está cercano a la plata nudista y algo más lejos del Port Olimpic. Suena ideal para integrarla a un tour de variopintos gozos, ¿o no? 

Además del consumo in situ tiene una tienda pequeña con los mismos placeres para llevar. Todo de una alta calidad como es el sello de la Champañería: abolengo a bajo precio y sin etiquetas empalagosas.

Calle Reina Cristina 7